
Luis, un niño de 10 años, le pedía a su
mamá cada vez más dinero para el almuerzo. Sin
embargo, parecía estar más flaco que nunca y
volvía del colegio con hambre. Resultó que Luis
le estaba entregando el dinero del almuerzo a un
niño de quinto grado que lo amenazaba con
golpearlo si no se lo daba.
Leyla, de 13 años, pensaba que todo
estaba bien en su nueva escuela, ya que todas
las chicas más populares eran muy agradables con
ella. Pero luego descubrió que una de estas
chicas había echado a correr rumores sobre ella
en un sitio web. Esa noche, Leyla lloró hasta
quedarse dormida; además, comenzó a ir a la
enfermería quejándose de dolores de estómago,
para evitar encontrarse con estas chicas en la
sala de estudio.
Por desgracia, el tipo de comportamiento
agresivo (que se conoce como bullying en inglés)
que Luis y Leyla sufrieron es una práctica muy
difundida. En las encuestas nacionales, la
mayoría de los niños y los adolescentes afirman
que esta práctica tiene lugar en su escuela.
Los enfrentamientos en la escuela pueden
convertir algo tan simple como el recreo o el
camino hacia la parada del autobús en una
pesadilla para los niños. Los comportamientos
agresivos hacia un niño pueden dejarle
cicatrices emocionales profundas que duran toda
la vida. Y en casos extremos, pueden culminar en
amenazas violentas, daño a la propiedad o en
heridas graves en una persona.
Si su hijo es víctima de estos ataques,
existen formas de ayudarlo a enfrentar esta
situación día a día y a disminuir el impacto
duradero que tengan sobre su vida. Y aun cuando
esta situación no sea un problema en su casa en
este momento, es importante conversar sobre el
tema con sus hijos, para que estén preparados en
caso de que les toque enfrentarla.
¿En que consisten los comportamientos
agresivos (bullying)?
La mayoría de los niños han sido
fastidiados por un hermano o por un amigo en
cierto momento. Esto no suele resultar dañino si
se hace con un espíritu de juego, amigable y de
común acuerdo, y ambos niños lo encuentran
divertido. Pero cuando el hecho de fastidiar a
alguien se convierte en algo hiriente, cruel y
constante pasa al terreno del comportamiento
agresivo (bullying) y debe dejar de ocurrir.
El comportamiento agresivo (bullying)
consiste en atormentar a alguien física, verbal
o psicológicamente de manera intencional. Puede
abarcar desde golpes, empujones, insultos,
amenazas y burlas hasta la extorsión para
quedarse con el dinero o los bienes más
preciados de alguien. Algunos niños rechazan a
otros y echan a correr rumores sobre ellos.
Otros recurren al correo electrónico, las salas
de chateo, los mensajes instantáneos, los sitios
web de redes sociales y los mensajes de texto,
para burlarse de alguien o herir sus
sentimientos.
Es fundamental darles a estos
comportamientos agresivos (bullying) la
importancia que tienen y no hacer caso omiso de
ellos pensando que se trata de una situación que
los niños deben enfrentar. Las consecuencias de
esta práctica pueden ser graves y afectar la
autovaloración de los niños y sus futuras
relaciones. En los casos más graves, esta
práctica ha contribuido a generar situaciones
trágicas, como los tiroteos en las escuelas.
¿Por qué los niños se convierten en
agresores?
Los niños muestran comportamientos
agresivos por varias razones. En ocasiones, se
meten con alguien porque necesitan una víctima
—alguien que parece más débil emocional o
físicamente, que tiene un aspecto distinto o que
actúa de manera diferente— para sentirse más
importante, populares o a cargo del control.
Aunque en ciertos casos los niños que se
comportan de manera agresiva son más grandes o
más fuertes que sus víctimas, esto no siempre es
así.
A veces, los niños atormentan a otros
porque ellos mismos han sido tratados de esa
manera. Es posible que piensen que su
comportamiento es normal porque provienen de
familias u otros entornos donde las personas
suelen enojarse, gritarse o insultarse. Algunos
populares programas de televisión incluso
parecen promover la maldad: la gente recibe
votos en contra, es rechazada o se la ridiculiza
por su aspecto o su falta de talento.
¿Cuáles son los síntomas de que un niño
está siendo agredido por otros niños?
Salvo que su hijo le cuente que es
víctima de agresiones —o que tenga lastimaduras
o heridas visibles—, puede ser difícil darse
cuenta de lo que está sucediendo.
Sin embargo, existen algunas señales de
advertencia. Quizás usted note que su hijo se
comporta de forma diferente o parece angustiado,
que no come ni duerme bien ni realiza aquellas
actividades de las que suele disfrutar. Cuando
los niños parecen malhumorados o se enojan más
que lo habitual, o cuando empiezan a evitar
ciertas situaciones, como tomar el autobús para
ir a la escuela, es posible que sean víctimas de
algún niño que los está agrediendo.
Si usted sospecha que su hijo está siendo
agredido pero él se muestra reacio a confesarlo,
trate de encontrar la forma de sacar el tema de
manera indirecta. Por ejemplo, alguna situación
que ven en un programa de televisión puede
servir de disparador para la conversación, y
usted puede preguntarle a su hijo qué piensa al
respecto o qué cree que debería haber hecho esa
persona. Esto podría llevar a las siguientes
preguntas: “¿Alguna vez fuiste testigo de una
situación similar?” o “¿Alguna vez te sucedió
algo parecido?”. Tal vez, usted quiera hablar
acerca de alguna experiencia propia o de la que
vivió algún integrante de su familia a esa edad.
Hágale saber a su hijo que si alguien lo
está agrediendo —o si ve que eso le ocurre a
otro niño—, es importante que lo hable con
alguna persona, ya sea con usted, con otro
adulto (un maestro, un consejero escolar o un
amigo de la familia), o con un hermano.
¿Cómo ayudar a los niños?
Si su hijo le cuenta acerca de un
episodio de agresión, concéntrese en brindarle
consuelo y apoyo, más allá de cuán molesto se
sienta usted. Los niños suelen mostrarse reacios
a contarles estos episodios a los adultos, ya
que les generan incomodidad y vergüenza. A ellos
les preocupa que sus padres puedan sentirse
decepcionados.
En ocasiones, los niños sienten que ellos
son culpables, que si hubieran actuado de manera
diferente o hubieran tenido otro aspecto, eso no
estaría sucediendo. A veces, tienen miedo de que
los agresores descubran que ellos hablaron y la
situación empeore. En ciertos casos, les
preocupa que sus padres no les crean o no hagan
nada al respecto, o que los alienten a pelear
contra los agresores, una situación que a ellos
les da miedo.
Felicite a su hijo por su valentía al
hablar de lo que está sucediendo. Recuérdele que
no está solo, ya que muchos niños sufren las
agresiones de sus compañeros en algún momento.
Haga hincapié en que es el agresor el que se
comporta mal, no su hijo. Asegúrele que juntos
encontrarán la solución para este problema.
En ocasiones, un hermano o un amigo
mayores pueden ayudar a afrontar esta situación.
Tal vez a su hija le ayude escuchar que su
hermana mayor, a quien idolatra, fue víctima de
burlas a causa de sus aparatos y cómo enfrentó
la situación. Un hermano o un amigo mayores
quizá puedan darle a usted una opinión sobre lo
que está sucediendo en la escuela, o cualquier
otro lugar donde ocurran las agresiones, y
ayudarlo a encontrar la mejor solución.
Tome en cuenta el hecho de que las
agresiones pueden empeorar si los agresores
descubren que su hijo le contó acerca de lo
sucedido. En ocasiones, resulta útil hablar con
los padres del agresor. En otros casos, es mejor
contactar primero a los maestros o los
consejeros. Si a pesar de haber hablado con
ellos usted sigue teniendo ganas de acercarse a
los padres del agresor, es mejor que lo haga en
un contexto donde un funcionario de la escuela,
como el consejero, pueda actuar de mediador.
En muchos estados existen leyes y
políticas referidas a estos comportamientos
agresivos. Averigüe cuáles son las leyes que
rigen en su comunidad. En algunos casos, si está
muy preocupado acerca de la seguridad de su
hijo, puede necesitar ponerse en contacto con
las autoridades jurídicas.
Consejos
para los niños
La clave para ayudar a los niños es
proporcionarles estrategias que les permitan
afrontar los comportamientos agresivos de otros
niños a diario y que también contribuyan a que
recuperen su autoestima y su dignidad.
Quizá resulte tentador aconsejarle a un
niño que devuelva la agresión. Después de todo,
el sufrimiento de su hijo le produce enojo y tal
vez a usted le hayan enseñado a defenderse solo
cuando era joven. Además, es probable que le
preocupe que su hijo siga sufriendo a mano de
los agresores.
Sin embargo, es importante aconsejarles a
los niños que no respondan a los agresores con
otra agresión. Esto puede terminar en más
violencia, problemas y en que alguien salga
lastimado. En cambio, es mejor alejarse de la
situación, estar con otros niños y contarle a un
adulto.
Éstas son algunas estrategias para
compartir con sus hijos, las cuales pueden
ayudar a mejorar la situación y ayudarlos a
sentirse mejor:
-
Evitar las agresiones y
recurrir al sistema de los
amigos. Ir a
otro baño si hay algún agresor
cerca y no acercarse al armario
donde guardan sus cosas cuando
no hay nadie en las
proximidades. Asegurarse de
estar acompañados cuando aparece
un agresor. Estar cerca de un
amigo en aquellos lugares donde
haya un agresor: en el autobús,
en los pasillos o durante el
recreo. Hacer lo mismo por un
amigo.
-
Contener el
enojo. Es
natural molestarse por las
agresiones, pero eso les sienta
de maravillas a los agresores,
porque los hace sentirse más
poderosos. Es importante que los
niños no lloren, ni se pongan
rojos, ni se enojen frente a la
agresión. Aunque esta habilidad
requiere mucha práctica, es útil
para mantenerse fuera del
alcance del radar del agresor.
En ocasiones, los niños
descubren que les sirve
practicar algunas estrategias
para calmarse, como contra hasta
diez, escribir palabras que
reflejen su enojo, respirar
hondo o alejarse. A veces, lo
mejor es enseñarles a los niños
a “poner cara de póquer” hasta
que estén a salvo de cualquier
peligro (sonreír o reírse quizá
resulten una provocación para el
agresor).
- Actuar con valentía, alejarse e ignorar al agresor. De manera firme y clara, los niños deben decirle al agresor que se detenga y, luego, alejarse. Es necesario que pongan en práctica algunos recursos para ignorar los comentarios hirientes, como no mostrar interés o mandarle un mensaje de texto a alguien con el teléfono celular. Al ignorar al agresor, los niños están demostrando que no les interesa. Con el tiempo, es posible que el agresor se aburra de intentar molestarlos.
-
Contarle a
un adulto. Los
maestros, los directores, los
padres y el personal del comedor
escolar pueden ayudar a frenar
las agresiones.
-
Hablar sobre
el tema. Los
niños deben conversar con
alguien que les inspire
confianza, como un consejero
escolar, un maestro, un hermano
o un amigo. Estas personas quizá
puedan darles algunos consejos
útiles, y aunque no puedan
resolver la situación, los
ayudarán a sentirse menos solos.
-
Eliminar los
incentivos. Si
el agresor les pide a los niños
el dinero que llevan para el
almuerzo, ellos deben empezar a
llevar su comida ya lista. Si
intenta apoderarse de su equipo
de audio, es importante que no
lo lleven a la escuela.
Tender la mano
En casa, usted puede limitar el impacto
que provocan las agresiones. Aliente a sus hijos
a que se reúnan con amigos que los ayuden a
tener confianza en sí mismos. Ayúdelos a conocer
a otros niños anotándolos en algún club o en un
programa de deportes. Y encuentre actividades
que contribuyan a que se sientan fuertes y
confiados. Tal vez, una clase de defensa
personal, como karate, o algún otro tipo de
gimnasia.
Y sólo recuerde lo siguiente:
a pesar de lo
irritantes que puedan ser estas situaciones de
agresión para usted y su familia, existen muchos
recursos y personas disponibles para ayudarlo.